7/15/2011

Ranitas de Nico Peruzzo en Cuadritos



Unos muchachos de tu edad, bo

Del buen momento de la historieta latinoamericana no hay ninguna duda. El continente atraviesa un momento creativo y productivo excepcional. Y Uruguay genera gran parte de ese movimiento. Basta enumerar sus recientes avances de asociación de autores, los Fondos Concursables del Ministerio de cultura o la vigencia del festival Montevideo Cómics. Pero sucede, además, que la República Oriental disfruta de un puñado de artistas notables. Algunos de ellos son mencionados con cierta frecuencia en Cuadritos, como el guionista y editor Rodolfo Santullo, o los dibujantes Renzo Vayra y Matías Bergara. Pero no faltan los autores pujantes y en ascenso. Uno de ellos es Nicolás Peruzzo, quien tras dedicar cierto tiempo a los fanzines acaba de publicar Ranitas gracias a una coedición de Grupo Belerofonte y Ninfa Cómics.

Ranitas tiene magia. Un encanto hecho a partes iguales de cierto cariño nostálgico y frescura cabal. Ranitas permite reconocer en sus páginas a una generación de uruguayos y -por qué no- también algunos años argentinos. En esta serie de relatos cortos, Peruzzo traza un mapa de adolescencia. Pero no hace el retrato fácil de la pendejada limada, ni recuerda un primer amor. Lo que hay aquí es una (re)construcción de la identidad a través de dos elementos que hermanan la adolescencia en casi cualquier lugar del mundo: los amigos y la música.

Quizás por eso, entre las primeras agarradas a piñas, el “descubrimiento” de bandas de rock y el exilio económico de los amigos, para quienes rondan los 30 años se hace muy fácil identificarse con el relato del uruguayo. Para quienes tienen más,o menos edad, alcanza con cambiar a Nirvana por Led Zeppelin, o quien tercie. Es que, con matices, otro tanto sucedió por estas tierras. Al cabo, el charco que separa Colonia de Buenos Aires a veces cuenta más encuentros que desaveniencias. Allí está lo esencial del libro: encuentra la fibra íntima en la que una experiencia particular de adolescencia coincide con una vivencia generacional.

La mirada que ofrece Ranitas, sin embargo, es la de un tipo ya adulto. Uno que largó el sectarismo juvenil y aceptó que “su” música también es de otros, que mira con afecto pero con cierta crítica las dificultades de los metaleros más tradicionales para aceptar ciertas “innovaciones” en el género que los toca. Un adulto joven que finalmente es capaz de revisar hacia atrás su propio trabajo, abrir los ojos y descubrirlo (muy) imperfecto. Un tipo que creció y maduró, pero que no por ello reniega de quién fue.

A lo largo del libro, el dibujo de Peruzzo atraviesa algunos cambios, propios de las distintas etapas que fue atravesando como dibujante en los últimos años. Sin embargo, eso no obstaculiza en lo más mínimo la lectura del libro ni la identificación de los personajes. La narrativa siempre está clara y en muchos pasajes la veta catárquica está tan bien manejada que genera genuina gracia. Además de hacer un retrato generacional, Peruzzo cuenta bien y con gracia. Se muestra, también, como un autor con un oído muy fino para captar el habla cotidiana y plasmarla en el relato.

¿Y por qué el título? Vaya uno a saber. Así como muchos dibujantes eligen utilizar conejos para identificarse ante los lectores, Peruzzo se esboza a sí mismo y a los demás personajes con figuras antropomórficas que recuerdan a batracios. Así, sus protagonistas son muchachitos de ojos saltones, bocas como líneas y narices que son apenas un trazo. Otro tanto las chicas ocasionales (tilinguitas, en general, que no orbitan la galaxia ranitil). Tanto el escuálido Gallego, el rugbier “Gorilón” o él mismo, todos recuerdan a un anfibio común y corriente. Unas Ranitas, bo.

Andrés Valenzuela
http://avcomics.wordpress.com/2011/07/01/8520/

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