7/16/2007

Nuggu en Comiqueando

Aunque se suponía que terminabamos con "Nuggu y los cuatro" al menos por un tiempo, no podemos dejar pasar la estupenda nota que le dedicara Andrés Accorsi en el último número de la Comiqueando Online, que adjuntamos a continuación.


"Cuando era chico, Quique Alcatena quería ser Jack Kirby. No le interesaba otra cosa. De hecho, no estudió dibujo. Simplemente se limitaba a copiar los dibujos de Kirby que encontraba en los maravillosos comics de Marvel de los ‘60. Tanto era su fanatismo que, cuando a través de una serie de afortunadas carambolas, consiguió el número directo de Stan Lee, un Quique de 12 años (con un dominio del inglés ya impecable) llamó por teléfono al mítico guionista, que lo atendió con la mejor onda. Eso explica muchas cosas.


Después, Quique decidió que quería ser George Harrison. Así fue como pasó buena parte de su adolescencia jugando a ser hippie, y se juntaba con los verdaderos hippies en Plaza Francia, y descosía la guitarra interpretando música pakistaní. Harrison, además de ser leyenda por tocar la guitarra en The Beatles, fue casi pionero en aquello de descubrir y revalorizar la cultura oriental, una especie de versión artístico-lisérgica de Marco Polo. Eso también explica muchas cosas.


Ya más grandecito, Quique quiso ser Jorge Luis Borges. Se enamoró de las letras, especialmente las anglosajonas. Leyó toneladas de libros, estudió exhaustivamente a cada autor y terminó por recibirse de Profesor de Literatura Inglesa, una actividad que desarrolla aún hoy. Los estantes de la casa de Quique están tapizados de mucha de las mejores novelas, poesías y cuentos jamás escritos. Y eso explica muchas otras cosas.


Un día, ya maduro, a Quique le cayó la ficha: no iba a ser ni Kirby, ni Harrison, ni Borges. Algo había sucedido y ahora había un montón de pibes que querían ser Alcatena. Eso que había sucedido eran muchos años de trabajo en Anteojito, en Skorpio y en las otras revistas de Ediciones Record, más algún laburo ocasional para editores alemanes o ingleses. Todo eso hizo eclosión en cinco años: en 1987 (cuando nos conocimos) Quique era un muchacho de 30 años que buscaba hacer pie en el mercado italiano con sus trabajos para Record, junto al recordado Ricardo Barreiro. En 1992 era Número Uno en Italia, reconocidísimo en Argentina y convocado para proyectos cada vez más importantes por las principales editoriales de EEUU.


Y en el medio, aparece una figura, una sombra, un cómplice silencioso y fiel, de esos que no se sabe si encubren o manipulan en secreto al asesino serial... Eduardo Mazzitelli forma equipo con Alcatena por primera vez en 1989 (con la majestuosa Pesadillas) y desde entonces, sus sagas de fantasía épica para las revistas de Eura (muchas publicadas en Skorpio), o sus limaduras meta-comiqueras para El Tajo, Cóctel o Hacha, se convirtieron en una marca registrada, casi en un sub-género aparte en la Historieta Argentina.


Nuggu y los Cuatro se inscribe en la primera vertiente, la de la fantasía épica, la de las sagas realizadas por episodios para la Eura de Italia. Pero va más allá. En primer lugar, más allá de lo épico, que está completamente des-enfatizado en favor de la fábula, del relato con moraleja en el que la miseria humana es más villana que el villano. Hay machaca, sí, pero (como en las buenas tragedias griegas) no es lo que define. Lo que define es el rito iniciático de la protagonista, la joven y hermosa Firah, un rito que Mazzitelli narra en “formato aventurero”, un poco para que Alcatena pueda plasmar en imágenes algo que en realidad es, ni más ni menos, el proceso por el cual una niña se convierte en mujer y una malcriadita llorona e inútil se convierte en una mina power, inteligente y decidida a todo. Una historia que, como verán, nos es mucho más cercana que esa mezcla rara entre el Asia medieval y la Tierra Media que Alcatena dibuja con mano maestra. El elenco está integrado por una protagonista muy bien construída, un villano grosso, cuatro personajes (los cuatro del título) que son más metáforas que otra cosa, y un secundario que se carga al hombro buena parte de la trama: Mazderan, padre de Firah y abanderado de los Guardabosques. El tipo no sólo se esfuerza por proteger el bosque donde habita (y que además es su fuente de poder y prosperidad), sino que además traspasa los límites más insospechados con tal de que no le toquen a la nena. Difícil sentir compasión por él si sos de sexo masculino...


Decíamos al principio que las pasiones del joven Quique explican muchas cosas, y una de ellas es por qué esta es una historieta fascinante, potentísima y originalísima. En las páginas de Nuggu y los Cuatro respira Borges (porque están Shakespeare y Lewis Carroll, Tolkien y el mito artúrico, la poesía y la ironía), respira Harrison (porque hay un Oriente imposible, desbordado por una imaginación casi sobrenatural) y respira Kirby (porque hay una aventura narrada con contundencia en la que el Bien derrota al Mal). No es poco.


Nuggu y los Cuatro data de 2005 y fue editada recientemente (y en un hermoso volúmen) por el sello uruguayo Grupo Belerofonte. En Argentina no se distribuirá en kioscos ni en librerías, pero todas las comiquerías del país pueden acceder a esta maravillosa novela gráfica a través del catálogo de Districomix. Si en tu comiquería amiga no lo tienen, pediles que te lo encarguen. Vale la pena, de verdad."

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